The Nels Cline Singers - Draw Breath


Que el versátil guitarrista Nels Cline sea el flamante nuevo integrante de Wilco, es sólo un pequeño dato en su inmensa trayectoria, que ha cruzado sin prejuicios los límites estilísticos del jazz, el rock, la experimentación y la música de vanguardia. Desde sus inicios a fines de los 70, Cline ha estado relacionado con grandes del jazz actual como Charlie Haden, Gregg Bendian, Wadada Leo Smith y Tim Berne, entre otros.

Pero no sólo eso, el rock también ha sido una constante fuente de inspiración para su trabajo, participando con lumbreras de la música indie como Thurston Moore de Sonic Youth y en bandas como Geraldine Fibbers junto a Carla Bozulich; el proyecto jazz-punk Banyan con Mike Watt de Minutemen y Stephen Perkins de Jane’s Addiction y los mencionados Wilco, donde debutó en el celebrado álbum 2007, “Sky Blue Sky”.

Esto sin contar su obra solista que comenzó a mediados de los 80, su labor como músico de sesión donde ha trabajado en más de cien discos de jazz, pop, rock, country y géneros experimentales, su banda Nels Cline Trio, sus colaboraciones con la arpista Zeena Parkins y su participación en el ensamble de improvisación microtonal Acoustic Guitar Trio junto a Jim McAuley y el recientemente fallecido, Rod Poole.

De este modo, Cline puede compararse, por su amplio eclecticismo musical, con un extenso abanico de guitarristas, donde no sería un error nombrar a Fred Frith, Mike Stern, Bill Frisell, Marc Ribot, Lee Ranaldo y Eliott Sharp. Justamente con este último, Cline editó a mediados de enero de este año el disco, “Duo Milano”.

Como pueden ver un currículo bastante abultado, que se refleja plenamente y se resume de excelente forma, en este tercer disco de su más reciente y personal aventura musical, The Nels Cline Singers. “Draw Breath” está compuesto por nueve composiciones instrumentales de gran jerarquía, donde Cline se pasea con una envidiable soltura técnica y estética por el jazz de avanzada, el rock en todo su desenfreno, el sonido acústico y la música contemporánea experimental, todo entendido bajo el prisma artístico único del guitarrista.

Con el baterista Scott Amendola, el bajista Devin Hoff y el protagonista en guitarra eléctrica y acústica y efectos electrónicos, el disco nos ofrece una apuesta musical compleja, diversa y por donde se le mire, apasionante. El álbum abre con el jazz meditativo, casi minimalista, de “Caved-In Heart Blues”, para seguir con todo el swing endemoniado de “Attempted”, con el trío fusionando todo su talento con solos para cada uno. Cline solea inspirado hasta decir basta. Si parte con un punteo más menos tradicional de jazz, al medio del tema la guitarra llega a extremos noise indecibles y por su parte, Hoff se luce con una sección para doble bajo notable. Lo mismo para Amendola que además de sus solos, sirve de gran base para los viajes instrumentales de los cuerdistas.

El rock potente y directo, con un riff para despertar a los moribundos, llega con “Confection”, para luego pasar a la experimentación de 16 minutos “An Evening At Pops’”. Un tema donde Cline demuestra que no sólo es un virtuoso, sino que también un explorador musical desprejuiciado, que nada tiene que envidiarles a los autores más valorados de su generación.

El respiro necesario en medio de tanta densidad, llega con la cristalina y esperanzadora melodía de “The Angel of Angels” y la hermosa pieza acústica, muy en la línea de un guitarrista como John McLaughlin, “Recognize I”. Los 15 minutos de “Mixed Message” retoman la senda jazzística, con esos tiempos hiperquinéticos y punteos saltones, que al igual que en “Attemped”, se vuelve segundo a segundo más experimental, para llegar a una especie de deconstrucción de la misma y concluir con un gran final lleno de expresividad y locura. “Recognize II”, es obviamente otra emotiva pieza acústica, que da el paso para el cierre con la más minimalista y sónica, “Squirrel Of God”, con un final inesperado casi angelical.

Una propuesta heterogénea pero nunca dispersa, con un Cline despachándose uno de los discos más interesantes e intensos de la música instrumental de 2007. De pasada, demuestra que un músico del siglo XXI, puede –y debe- tomar para sí las más distintas tendencias musicales, hacerlas propias, reinterpretarlas y con esa base, crear una nueva visión musical acorde con el tremendo desarrollo que ha sufrido este arte en las últimas décadas. Escuchen este disco con tranquilidad, que no me cabe duda, se llevarán una más que grata sorpresa.

Héctor Aravena A.-
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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