The fact that Damon McMahon (aka Amen Dunes) recorded DIA while holed up in a Catskills cabin is so fitting it feels like a myth. The album's claustrophobic, voice-in-head tone immediately evokes inner-space travelers like Syd Barrett, continue→
El hecho de que Damon McMahon (alias Amen Dunes) grabara "DIA" mientras se refugiaba en una cabaña de Catskills (al igual que Bon Iver) es tan conveniente que se siente como un mito. El álbum es claustrofóbico, ese tono voice-in-head evoca inmediatamente a viajeros del espacio interior como Syd Barrett, Roky Erickson, y Skip Spence. Y las sencillas canciones de McMahon, guitarras borrosas, zumbadas voces, todo suena como producto de un cerebro solitario, sentado en una cabaña aislada, enterrado profundamente dentro de un oscuro bosque.
He de decir sin embargo, que después de hacer DIA, McMahon se mudó a Beijing: como cuando el álbum avanza, revelando una visión musical que va más allá de los límites de un solitario bosque. Al principio su paraguas estilístico se expande para permitir un bucle de Suicide & Spacemen 3, los espeluznantes gritos de los primeros Real Trux, y el folk post-Barrett de Robyn Hitchcock. Pero su más fuerte y lejano punto de referencia resulta ser el sonido underground neozelandés de los 80s. McMahon perfecciona y profundiza, volviendose un primo americano de coterráneos como Alastair Galbraith, Chris Knox, y los hermanos Graeme & Peter Jefferies.
La clave de cómo McMahon puede evocar tanta grandeza, y traer algo de sí mismo a la mezcla, es su voz. En la superficie su canto suena crudo y monótono, lanzado en un zumbido uniforme y distorsionado a los extremos. Pero escuchado con atención se puede oír los sutiles cambios que dan a DIA una sorprendente diversidad. En "White Lace" su canto se eleva abruptamente, tirando de su guitarra junto a él. Alternando duros gemidos y misteriosos falsetes en la Barrettiana "Castles", y los fantasmas de Knox y Galbraith emergen a través de su abiertamente sincero canturreo en "No Shot". Para el final del álbum, el tarareo meditativo de McMahon es prácticamente todo lo que queda, como conchas en una golpeada costa que resplandecen en la puesta del sol.
Resplandeciente es un término relativo aquí - en general, DIA sigue siendo un álbum más bien estrecho, con una gama tonal bastante reducida a pesar de la cantidad de minas de McMahon en la misma. Sin embargo, el registro da indicios de como podría ser su sonido, en particular las perfectamente diseñadas partecitas de psych-folk que aparecen cerca del final del álbum en "Two Thousand Islands". Aquí, su voz modesta se funde perfectamente en algunos cloqueos, y Velveteanas guitarras. Eso por sí solo es suficiente para considerar lo que McMahon puede hacer próximamente, encaramado por sobre un templo en Beijing, más que escondido en un bosque del noreste. --Marc Masters
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