El séptimo disco de estudio de Wilco es el triunfo de una decidida simplicidad de parte de una banda que se pasó gran parte de la década huyéndole a la obviedad. El título lo dice todo. También el primer tema, "Wilco (The Song)", con sus vibrantes guitarras y la seguridad que muestra su cantante Jeff Tweedy –que lo canta como si fuera una charla íntima en la cama– de que su combo es un buen remedio para todo lo que te aqueje:
"¿Estás chapoteando en la depresión? / ¿Alguien te está retorciendo un puñal clavado en la espalda? Wilco va a amarte, baby".En ocasiones, Wilco (The Album) suena como si aquella estética hiriente y aquel impresionismo críptico de Yankee Hotel Foxtrot (2002) nunca hubieran sucedido. La luminosidad George Harrison-años-70 de "You Never Know" y el repiqueteo countryrock de "Sonny Feeling" están más cerca de su sorpresivo debut A.M. (1995).
Esa claridad tiene un precio. El miedo, el fracaso y la violencia de las letras, así como el suavemente atormentado cantar de Tweedy, están tan perfectamente definidos como los adornos barroco zombies de "Deeper Down" y el dulce enredo sexual de voces en "You and I", un dúo entre Tweedy y la cantante canadiense Feist. Y hay, literalmente, sangre salpicada por todo el espeso tartamudeo de guitarra garage de "Bull Black Nova": "Está en mi pelo / está en mi ropa", canta Tweedy como un mantra de culpa en aumento. Pero lo que es más sorprendente de toda esta compostura es la elegancia y rebeldía que guarda dentro. "One Wing" es un amplio sufrimiento con un estribillo muy pegadizo y guitarras que loopean y barren con todo. Y la feroz y repetida devoción de "I’ll Fight" se te viene encima con el mismo insistente empuje minimalista de "I Want You" de Bob Dylan. Si en las radios de fórmula hubiese lugar para el rock, "I’ll Fight" podría ser el gran hit de Wilco. En cambio, es apenas otra gran manera de decirte que te aman. David Fricke
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