Wilco - Sky Blue Sky


Sky Blue Sky fue recibido con frialdad por parte de muchas publicaciones anglosajonas sobre rock. ¿Por qué? Bueno, el motivo principal está bastante claro: después de dos trabajos de quiebre dentro de sus propios stándares, refrescantes dentro del panorama del rock americano post-2000, llenos de capas y capas de sonidos y ruidos y mucha post-producción, los Wilco se desnudaron completamente. Poca experimentación y muchas -como se suele decir- “raíces”, se perciben en un álbum que, según declaraciones del propio conjunto, fue fuertemente influido por los Beatles, los Rolling Stones y los Beach Boys.

Ponerse a enumerar dónde se percibe mejor cada influencia y demás cuestiones me parece aburrido, inútil y, en definitiva, una forma de caer en el juego posmoderno de los mismos periodistas que patean a Sky Blue Sky porque -no lo dicen con estas palabras- no es lo suficientemente rebuscado como para que se pueda debatir durante horas si tal pasaje está más influenciado por Can, por Big Star o por Pavement. Por lo pronto, tal vez uno de los aspectos más interesantes del disco es que difícilmente puedan señalarse influencias concretas (ellos lo hacen, claro, pero refiriéndose al proceso creativo y no necesariamente al producto final), sino que lo que está siempre presente es un aire a música -si me preguntan a mí, en particular americana- de fines de los 60s y comienzos de los 70s.

Pero, reitero, Sky Blue Sky no remite a nada en especial: acá hay algo que suena un poco a folk moderno, algo que suena un poco a rock sureño, algo que suena un poco a ese espectro poco definido de canción pop/rock relativamente radial de los 70s, algo que suena un poco a Grateful Dead, y no más que eso. Lo que sí, las canciones siempre suenan a Wilco, aunque más al de Being There, Summerteeth o los dos discos grabados junto a Billy Bragg, que al de Yankee Hotel Foxtrot o A Ghost Is Born.

Ya no hay en los arreglos una necesidad imperiosa de poner al frente todos los detalles ocurrentes, todos los efectos sonoros, toda la parafernalia multiinstrumental que, por momentos, terminaba tornándose un poco obvia. Por el contrario, la diversidad sonora sigue estando presente, pero de manera más sutil. En Sky Blue Sky hay una variedad importante de órganos, pianos y guitarras; la diferencia es que están camuflados para que contribuyan a construir las canciones, pero que no las opaquen. Cohabitan melodías hermosas, un sonido limpio (como el sky blue sky; para más de uno tal vez demasiado pulcro), cortes difíciles de prever -que nunca dominan, siempre se expresan como una extensión natural de la columna compositiva-, y un carácter íntimo y personal que hizo que varios definan al álbum como lo más cercano a uno solista de Jeff Tweedy que grabó la banda hasta el momento.

A mi entender, este giro -bastante radical, sí- de Wilco, no solo es honesto y favorable, sino que me parece un símbolo de madurez y coraje. No es fácil desprenderse de tanto maquillaje. Hay que confiar en que en el camino no se va a perder lo importante; hay que confiar en que lo verdaderamente valioso está en la base y no en la superficie. Y, me da la impresión, a Wilco la jugada le salió más que bien. Pequeños Discos Rojos en una Caja Negra
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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