Atoms For Peace - Amok

Atoms for Peace surge a fines de 2009 en la ciudad de Los Angeles, con fines de apoyar la salida del primer disco solista de Thom Yorke, The Eraser. Así es como este grupo de, sí, talentosos músicos, se une para aportar una sonoridad a las canciones del líder de Radiohead, donde nos encontramos con atmósferas electrónicas que van creando un crescendo emocional y desgarrador, por ciertos momentos inentendible. Luego, la banda fue creciendo por un amor a ponerse borrachos y escuchar Fela Kuti –palabras de ellos-. Encontramos en las canciones algo así como un fundamentalismo de la afropercusión, cuyos heraldos vendrían a ser en este caso Joey Waronker y Mauro Refosco, que en todo momento están haciendo un juego de tira y afloje. Pero tampoco son los verdaderos protagonistas de este disco.

¿Quién gana en esta guerra de personalidades que es un supergrupo, estimamos? Nadie, en realidad. Ganamos nosotros, quizás, que podemos escuchar buenas canciones. En cierto sentido, ninguna de las personalidades que participan de Atoms for Peace predomina, con excepción, claramente, de la voz de Thom Yorke, o la producción de Nigel Godrich, otro punto a examinar cuidadosamente. Es Godrich el que convierte estas canciones en cyborgs musicales, haciendo que no podamos identificarlas realmente con ninguno de los artistas que participan, excepto con él. Todos los temas están cubiertos con un manto de máquinas que rechinan, se doblan y se inclinan en nuestros oídos, acompañados por el único instrumento no manipulado del disco, la voz del cantante. En muchos casos, la receta funciona la perfección y nos encontramos inmersos en un universo de sueños, mientras que en otros, lamentablemente, el disco hace agua y nos encontramos con un pastiche indecoroso.

Y es hora, además, de desbancar un mito importante. No todos los fanáticos de Radiohead van a estar encantados con Amok. No por gustar de la música tenemos que hacer de ella un dogma, y algunos no comprenden esto del todo. Si te gusta, por ejemplo, OK Computer o hasta Amnesiac, quizás Amok no será un disco para ti. Y si disfrutaste a medias The Eraser, tampoco recomendaría que siguieras este camino: Amok da rienda suelta a todas las aspiraciones electrónicas que podría tener Yorke, acompañado por el genio maléfico y delicioso de las bases producidas por Godrich. Hay puntos en común, por supuesto, pero eso no quiere decir que estén jugando el mismo juego. Para nada. Creo que la mejor forma de hacer un acercamiento al debut de Atoms for Peace es de la misma forma que podemos reseñar cualquier otro debut, notando aciertos y oportunidades de crecimiento, sin importar que muchos consideren a varios miembros de esta banda como deidades. No nos queda otra opción que comenzar a desglosar Amok como corresponde.

La primera canción es “Before Your Very Eyes”, que tiene un comienzo muy analógico con justamente esta percusión con influencias africanas que contamos hace algunas líneas, más un tintineante punteo de guitarras y la voz de Yorke que, en este caso y sin dudas, nos lleva a Radiohead. Ahora bien, a medida que progresa esta canción, parece que Godrich se ha metido en el cuarto a jugar con las perillas de la consola, y nos encontramos a mitad de canción con beats electrónicos que se van acercando desde el fondo mientras enmudecen los instrumentos analógicos. En un cierto momento, lo único que tenemos de los primeros momentos de la canción es la voz de Yorke.  

“Default” fue una de las primeras canciones que pudimos escuchar del disco y una de las que más nos emocionó. Tiene una cierta oscuridad, algo sombrío mientras escuchamos la vocecita de Yorke, una especie de respiración alla Darth Vader de fondo, y el falsetto del cantante que bien conocido lo tenemos. Es una criatura de estudio, con Godrich pulsando las barreras de la música electrónica con capas y capas de arreglos digitales que nos sorprenden donde posemos nuestro oído. En una primera escucha parecemos detectar algo de desprolijo, pero es solamente nuestra imaginación: cada beat, cada ruidito, está ubicado con una perfección absurda exactamente donde debe estar.

 Y seguimos: “Ingenue” también nos hace preguntarnos dónde se ha quedado Fela Kuti en esta ecuación, dado que nos encontramos con una especie de versión remixada de Yorke solista. Y nos detenemos aquí antes de que se confunda con una crítica negativa. Esta canción sirve para bajar un poco el tempo que los dos temas encargados de abrir el disco parecían estar imponiendo, una electrónica esquizofrénica y apurada, oscura, para inaugurar una especie de romanticismo de teclados con una melodía mecánica y pegadiza que funciona para las rápidas palabras de Yorke. Atoms for Peace

En “Dropped”, nos encontramos con otro cyborg de instrumentos analógicos y digitales. Hasta casi parece que Godrich tomó todo el material de estudio para luego sentarse en él y agregar las chucherías digitales –fantásticas, por cierto- que se le de la gana. Una especie de golpe de puerta es la percusión de fondo, que pronto se encuentra peleando en un crescendo fantástico donde Refosco y Waronker batallan con sus parches, y Godrich con una especie de sable láser con mango de titanio que asesina a quien quiera abogar a favor de la música tradicional. Como siempre, prima el hiper detallismo que pareció ser la prioridad de la banda durante la creación de estas canciones.

  Amok continúa con “Unless”, que de nuevo cuenta con un protagonismo fundamental de la percusión y de las melodías electrónicas, mientras que Yorke nos dice que no le podría importar menos. ¿Quizás una dedicatoria a todos los fanáticos enojados con sus trabajitos de DJ? Probablemente no, pero aquí nuevamente nos encontramos con algunas guitarras, sintetizadores con ecos de los ’80 krafwerkianos, y nos imaginamos a Godrich como una especie de carnicero, removiendo músculo por músculo de las canciones y dejando solamente el hueso, para ver después cómo puede reconstruirlo. A mediados de la canción, nos encontramos con un punto alto donde la percusión se transforma en un ritual tribal donde ya nos imaginamos bailando desenfrenadamente.

Para “Stuck Together Pieces”, el disco levantó considerablemente. Nos encontramos de nuevo con una percusión frenética, sin paz, que sí levanta las banderas de los mejores percusionistas africanos, y que repite esta estética tribal que escuchamos en la canción anterior. Es de nuevo una canción que baja un poco el tempo, y es ciertamente uno de los puntos altos del disco, con Yorke en su plenitud. Para volver a la esquizodelicia de la electrónica de Godrich, tenemos una canción que repite el nombre de uno de los temas de Yorke, “Judge, Jury and Executioner”, que sin embargo no tiene nada que ver. De hecho, aquí también nos encontramos con algunos ecos de Radiohead, de In Rainbows en adelante, con una espectacular guitarra acústica y una percusión mitad analógica y mitad electrónica que marca todo el esqueleto del tema. Si hay una colaboración más grande que la de Yorke y Godrich en esta última década, es hora de levantar la mano, dado que esta canción demuestra que son una dupla peligrosa cuando se encuentran detrás de una consola. “Reverse Running” es quizás una de las canciones con el comienzo más tradicional, otro punto alto para Yorke y también para Flea, donde nos encontramos con una especie de afrofunk descomunal acompañado por algo de electrónica tranquila. Un punteo desganado de fondo con un platillo silenciado mientras Yorke lleva toda la canción sobre sus hombros es todo lo que necesitamos.

 “Amok” comienza como una pista de baile y es decididamente uno de los esfuerzos más electrónicos del disco. Aquí nos están diciendo algo. Este es un manifiesto de un grupo de artistas que se juntaron en el estudio para dar a luz una bestia de proporciones descomunales, que no todos podremos entender en una primera escuchar. “Amok” no es fácil de digerir pero representa muy bien el espíritu del disco, una fusión entre ritmos tradicionales, desde el afrobeat hasta el rock, pero agregando pinceladas de experimentación fabricadas puramente en la consola. Amok es un buen disco. No llega a cumplir con todas las expectativas depositadas en él después de tantos años de espera, y creo que muchos se quedarán con ganas de más. Pero si desestimamos los nombres fuertes que se encuentran detrás del proyecto, nos encontraremos con una variante interesante, y al mismo tiempo desquiciada, del panorama actual de la música electrónica. Las personalidades que conforman Atoms for Peace se funden en una electrónica maciza con guiños a otros géneros, que sin embargo sigue siendo, como bien imaginamos, un bicho de estudio.  Pero, al mismo tiempo, esta calidad de estudio que tiene el disco va por dos lados. Es casi un ensayo sonoro donde Yorke y compañía exploran todas las posibilidades que tienen ante sus ojos, y oídos, y en este sentido reciben una buena recompensa. No será fácil de digerir por muchos, y requiere una buena cantidad de escuchas antes de poder aclimatarnos completamente. Es un esfuerzo complicado, y difícil de digerir justamente por todos estos detalles y capas sonoras que se nos revelan una y otra vez con cada escucha, producto de la probablemente obsesa personalidad de Godrich, encargado de pulir, destrozar y volver a acomodar las melodías de las canciones. ¿Habrá un nuevo disco de Atoms for Peace? Puede ser, y será interesante ver en qué dirección se mueven. --Bárbara Pavan

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1 comentario:

me dijo...

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