The Velvet Underground & Nico - The Velvet Underground & Nico


Lou Reed creció en el seno de una familia judía de clase media afincada en el distrito neoyorkino de Long Island, era un niño tranquilo, que apenas daba disgustos y que desde bien pequeño mostró interés por la música, sus padres siempre soñaron con que él fuese un pianista de renombre, por eso no pusieron objecciones cuando el pequeño Lou quería complementar su formación pianística con su apetencia por las seis cuerdas. Los padres siempre estuvieron contentos de que su hijo mostrara esa pasión por la música, no de que éste escuchara esa perversión estridente y demoníaca que era el Rock n Roll. Lou quedaba hechizado por las canciones de Elvis y de Little Richard que oía por la radio, conforme se adentraba más en el mundo; había tomado la determinación de ser estrella de Rock. Ya en el instituto formaba bandas con la peor calaña que se encontraba por ahí, para él la escuela sólo era un vehículo para tomar contacto con otras personas igual de interesadas en esos "rítmos demoníacos", salían disfrazados por los bajos fondos de New York para dar recitales en clubes de dudosa reputación y en centros comerciales. Los padres, asustados porque veían que su hijo se estaba convirtiendo en un sodomita, pidieron consejo a su médico de confianza, para ver qué podían hacer con Lou; la respuesta del médico fue clara: debido al desarrollo de los acontecimientos, llevadlo a que le den sesiones de electroshock. Y efectivamente, los progenitores de Lou llevaron a su hijo a que le administraran estas sesiones durante un periodo de ocho semanas. El tratamiento, lejos de encauzar al joven Lou, lo que hizo fue despertar en su interior su interés por el mundo de la electricidad, al igual que fue inútil el tratamiento en lo relativo a sus malas compañías, pues como decía Sabina en una canción, y no exento de razón, por cierto: la mala gente se lo pasa mejor que la buena gente. Lou se quedó anonadado cuando un día, apareció en su buzón una carta de una discográfica, instándole a él y a sus compañeros de grupo por aquella época a que grabaran canciones para ellos. Claro, Lou no se lo creía, pensaba que todo era una broma que alguien le había gastado, pero no, las dudas se disiparon cuando abrió un cheque que contenía 78 centavos en concepto de derechos de autor. Los padres comprendieron que aquello no era un capricho, que su hijo Lou podía tener, efectivamente talento para la música, así que atendiendo al desarrollo de los acontecimientos; lo enviaron a la universidad, convencidos de que su hijo ya era homosexual y sodomita del todo, pensaron que estaría en su hábitat ideal: hippies, maricones, travestis, drogadictos y comunistas. Lou estudió en la Universidad de Siracusa, donde descubrió que era mejor escuchar discos y ver faldas o pechos que evidentemente; ir a clase. También buscó cualquier excusa para no tener que hacer acto de presencia en actividades extra-escolares que básicamente consideraba que no le aportarían nada, como hacer de locutor en la radio de la facultad. Fue en la radio, precisamente donde empezó a granjearse la imagen de bromista retorcido, en un programa empezó a hacer chanza o escarnio sobre las personas con distrofia muscular u otros males de diversa índole, también comentó que el Ejército Norteamericano estaba compuesto por inútiles, empezando por el presidente de la nación.

Lou Reed siempre fue un apasionado de la literatura inglesa, admiraba especialmente a Wilde, Conrad, Shakespeare, Blake y a Lord Byron. La estudiaba convencido de que se la podía fusionar con el Rock n Roll, una música despreciada por muchos; considerándola una distracción para personas díscolas y maleducadas. Pero Lou Reed le dio aires renovados, supo conjugar en su día mejor que nadie el folclore norteamericano, la poesía, y las tendencias importadas desde Londres, convertida en aquellos días el puerto de culturas del Rock n Roll y la música en sí. Se convirtió en el estandarte de una generación hastiada de rigidez moral, universidades, seminarios culturales y depresiones mitigadas mediante empachos de pastillas: Lou Reed salvaría muchas almas en aquellos días. La figura de Sterling Morrison esos años fueron indisolubles, resulta que era el vecino de abajo de Lou, y un día en el que éste estaba atronando el vecindario con la guitarra, la curiosidad se desató en Sterling, que subió para ver quién era el fulano que estaba dando por saco a esas horas pero al mismo tiempo, seducido por la idea de que ahí se podía encontrar otro músico en ciernes como él. Los dos hablaron durante mucho tiempo de música, vieron que sentían la misma admiración por Chuck Berry y Bo Diddley, a los dos les gustaba la literatura, eran por lo tanto almas gemelas en lo espiritual, si alguno de los dos hubiese tenido pechos; seguro que la cosa habría acabado en romance. Pero no, de momento, lo único que hicieron fue tocar la guitarra, obteniendo un sonido realmente asqueroso; como confesó el propio Lou en entrevistas posteriores. A Sterling lo echaron de la facultad pese a tener buenas notas, ¿Los motivos?, se bebía hasta el agua de las tuberías, según cuentan, amén de gustarle más la fiesta que a Nati Abascal y a Charlie Sheen. Lou, en cambio se fue de la universidad sin graduarse, como recuerdo de su experiencia universitaria; se llevó una hepatitis, un souvenir ideal, desde luego. Esa hepatitis, unida a su historia clínico de tratamientos mentales con electro-shock, alejaron a Lou de ser llamado a filas para acudir a Vietnam. Poco después, Reed estuvo trabajando como contable en la oficina de su padre, hasta que cambió de oficio y se puso a componer temas para una discográfica, que predicaba la composición de temas de usar y tirar, el lapso de tiempo existente entre el éxito y el posterior olvido. Lou fue apreciado en la discográfica sobre todo por la facilidad que tenía para componer temas de diversa índole en cuestión de minutos. Uno de los temas que había compuesto tuvo tanto éxito que la discográfica quería que se montara una banda y se tocaran estas canciones. La banda se llamó The Primitives, y para ello contrataron a John Cale y a Tony Conrad como músicos acompañantes. Cale era un prodigio de la época, un galés callado e inquietante cuyos bronquios frágiles siempre le habían causado sonoros problemas, llegando al punto de estar tomando jarabes la mayor parte del día, jarabes que, como curiosidad, las autoridades sanitarias prohibirían por su alto contenido en codeína unos años después. Con tres años tocaba el piano, con cinco la viola, y con ocho ya daba recitales para la BBC. Cale pretendía ser un revolucionario, su sueño era poder construir una música que modificara la atmósfera según su propia volutand, calentándola o enfriándola según le conviniera, se obsesionó también por un tipo de batería machacona e inaudible, cuyas vibraciones retumbaran en el organismo de los oyentes. Cale y Reed no congeniaron así de primeras, Cale pensaba que Lou, pese a su rollo cultureta era un simplón, y éste decía que el otro era un cagatintas pretencioso, que además se jactaba de que su viola sonaba como el vuelo de un B-52, ¿pero qué clase de subnormal podía decir eso?. Lou Reed le dijo a Cale que las canciones debían estar tocadas con la afinación de las cuerdas en la misma nota, canciones eran sumamente desquiciantes para el galés, con el aliciente de estar tocando la misma nota sostenida durante horas y horas. Claro, esto para el gafapasta musical de Cale era más o menos como mentarle a un musulmán los Reyes Católicos, echó espuma por la boca y rabió lo indecible. ¡Qué horror, qué aberración eso que hacía Lou! !Oh dios mío, un músico como yo, tan vanguardista, tan dadaísta! Eso debió pensar el fulano, pero el caso es que transigió ya que vio conexiones entre lo que Lou hacía y lo que él pretendía, así que el concordato musical se renovaría, al menos por más tiempo.


Lou Reed se mudó al departamento de Cale en el Lower Eeast Side, territorio de beatniks, bohemios y aspirantes a poetas, y un día que Reed se encontró con Sterling, lo invitó a que se uniera al grupo, o al proyecto de grupo que estaban montando. Interesante es la historia del nombre del grupo: The Velvet Underground. Resulta que un día se encontraron con un papel tirado por la calle con este nombre. El nombre les gustó porque era una alusión indirecta a la emergente escena de artistas marginales que florecía en su mismo barrio, poníendo música por la calle, realizando obras de teatro callejeras y proyecciones de cine de vanguardia. El grupo, en su primigenia las pasó putas, se alimentaban a base de gachas frías, vendían su sangre a hospitales y fotografías a los periódicos, que eran usadas para dar rostro a asesinos y violadores en las crónicas de sucesos. Sabían que el éxito comercial era una mera ilusión, una quimera eterna que coparía los pensamientos del grupo. La Velvet siempre fue un grupo muy difícil de oír, distaba mucho de las ñoñerías de los Beatles o de la festividad de los Rolling Stones, habían acentuado una imagen de frialdad y de seres distantes que les cerró en un principio muchas puertas, con unas letras en muchos casos retorcidas y con una simplicidad y una visceralidad que mucha gente calificó de tener mal gusto. Combinaban a la perfección la vida en los bajos fondos con las inclinaciones de vanguardia y su total misantropía, que se agravó en la carrera de Lou en solitario. El grupo consiguió su primera actuación en una asquerosa fiesta de instituto, y uno de los miembros del grupo por aquella época, Mclise abandonó el grupo aduciendo que a su arte nadie le iba a poner horarios, y menos por dinero. Entonces, Lou pensó en la hermana de un amigo que tocaba la batería y se presentaron en su casa para intentar convencerla de que se uniese al grupo. Maureen Tucker era una muchacha tímida, que tuvo que sufrir desde siempre las burlas de compañeros suyos por una forma de vestir más cercana a la de un hombre que a la de una mujer. De ascendencia irlandesa, contaban de ella que bebía más cerveza que los miembros restantes del grupo. La escucharon tocar y se quedaron prendados de su habilidad; respondía a los cánones de música que querían Lou y Cale para su grupo: atonía instrumental y ritmos machacones y repetitivos, la señorita Tucker ya era una Velvet más.


Cuando tuvieron que tocar en Nueva Jersey, en un instituto, la gente se quedó bastante sorprendida ante la puesta en escena de la banda. Acostumbrados siempre a las chaquetas, las corbatas y los tupés a lo Elvis, cuando vieron aparecer a la Velvet, que más bien parecían el cortejo de la muerte que un grupo de música a todos les entró el pavor. Un pavor que se vio reflejado cuando no sabían discernir si quién tocaba la batería era un hombre o una mujer, o cuando Cale empezaba a emitir sonidos esotéricos con la viola y Lou aparecía con cara de pocos amigos hablando sobre tacones de aguja, botas de cuero, y camellos estafadores en el Upper East Side y de cuelgues diarios a a base de dosis infrahumanas de caballo. Muchos adolescentes huyeron despavoridos ante tal derroche de "modernidad" para ellos, y el director del instituto tuvo que instarles a que hicieran un show más amable. Ellos hicieron prácticamente lo contrario, le dieron al marimacho del batera, perdón, a Tucker, una pandereta aún más estridente, osea que si la batería daba por culo, ya con batería y pandereta eso tuvo que ser ya para rajarse. El grupo fue expulsado del escenario y estuvo inactivo durante un tiempo. Pero como suele suceder en algunos casos; la vida te guiña el ojo y el Diablo va y se pone de tu parte. Conocieron a un bailarín llamado Gerard Malanga, un artista de la Factory que les presentó al icono artístico de la época y dios terrenal de los gafapastas: Andy Warhol, quien en aquella época, junto con su colega Paul Morrisey andaba buscando un grupo para la inauguración de un garito en Queens, allá que se presentaron Lou y los suyos. Encandilaron a Morrisey y a Warhol, encajaban con lo que ellos estaban buscando por aquella época, así que les ofrecieron firmar un contrato y unirse a la Factory. Junto a ellos también estaba Nico, una modelo alemana de poco más de veinte años que también había quedado prendada de Warhol y buscaba su oportunidad como cantante. Había estado ensayando un single y viendo la calidad de la banda, pensó que podía adherirse al grupo.


Nico era la contraposición a las demás estrellas de la factoría de Warhol, era una mujer sombría, solitaria, con una marcada repulsión hacia los flashes y demás añadidos de la fama. Además, tenía una voz bastante violenta, con un acento germánico bastante fuerte. Claro, eso llamaba bastante la atención, porque cuando todo el mundo la veía pensaba que era una cochina y que tenía que repasar los bajos muy bien -seguro que vosotros lo estabais pensando también- en cambio se encontraban con una chica totalmente muy hierática y con una actitud diferente. Warhol decidió incorporarla al grupo para que hiciese de acompañamiento o contrapunto a Reed según lo requiriera la ocasión. Evidentemente, ésto no le hizo ninguna gracia a Reed y a Cale, que no querían que una modelo teutona y además rubia; es decir, el sueño de cualquier hombre que se precie, les restara protagonismo. Al final aceptaron el imperativo de Warhol no por temas de dinero o promoción, sino porque los amplificadores que había en la Factory eran muy buenos, amén de comida gratis, buena droga y demás tentaciones que satisfacen la lujuria humana. A Nico le cedieron algunas canciones para que las cantara, en las otras simplemente tenía que embellecer la escena, cuando digo esto de embellecer me entra un poco la risa, porque embellecer equivalía a poner un poco palote al personal, perdóneme el lector por el lenguaje, pero hay veces que no no puede evitarlo. Se dedicaron a hacerle la vida imposible los primeros meses, ¿motivos?, era retrasada mental, no no a ver, no era retrasada porque era rubia y guapa, era retrasada porque Lou le enseñaba las canciones y a ella le costaba procesar las letras en el cerebro, además, tenía un inglés bastante gocho y rudimentario. Eso, unido a que por aquella época Bob Dylan estaba empezando a ser el niño bonito de la escena, hizo que todo el grupo la puteara, bajándole el micro, subiendo el volumen de la guitarra cuando ella cantaba y demás martingalas. Nico durante aquella época quería ser una Bob Dylan femenina, tocaba las canciones que Bob le regalaba, Cale, harto ya de oír el nombre de Dylan por todas partes no sabía ya si irse del grupo o romperle la viola a la alemana de los huevos en la cabeza. Pero poco después llegaría el disco debut, el que los lanzó de inmediato.

Pasamos ya el disco. The Velvet Underground And Nico fue el debut de la banda, allá por 1967. Quizás haya sido de uno de los álbumes más influyentes de todos los tiempos. Es impresionante la cantidad de grupos a los que ha influido este disco, destacando grupos como Jane´s Addiction, The Strokes, The Cranberries, U2, Bowie, hasta Max Cavalera de Sepultura ha reconocido la calidad y la influencia del álbum. El álbum tuvo que competir con el nuevo orden predominante de la época instaurado por los Stones, los Beatles, y la fulgurante aparición de un Hendrix que fue considerado como "the next big thing" en su día. La aparición de la Velvet fue sin lugar a dudas uno de los más atrevidos proyectos de la historia del Rock n Roll, no arrasaron cuando salieron, ni mucho menos, sólo cuando pasaron años y años de este disco; la gente y muchos grupos comprendieron que aquí se sentaron las bases para lo que posteriormente se llamó el Rock alternativo. Warhol instó al grupo a que se expresaran como buenamente quisieran, la premisa era un absoluto libre albedrío a la hora de componer las canciones. Cale y Lou lo bordaron aquí, aportando cada uno lo mejor de sí mismo: Lou esa poesía violenta y ruda, esa mezcolanza entre su querencia por la literatura y las más bajas pasiones e instintos del ser humano, Cale aportó toda su vanguardia musical, obligando en cierto modo a que el grupo se adaptara en él en muchos aspectos. Estos contrastes entre la rudeza y la belleza que aportaron estas dos mentes preclaras ayudaron a propiciar un álbum revolucionario, si tenemos en cuenta que mientras que los Beatles o los Rolling buscaban embellecer, ellos sólo querían destruir musicalmente, una destrucción metafórica que casara y aunara las violentas letras del grupo. Metiéndonos de lleno en las canciones, entre tanta rudeza y tanta "antibelleza" podemos encontrar la amable Sunday Morning, o lo que es lo mismo, el tintineo infantil de una celesta que Cale encontró en el estudio. La desesperanza y desazón de un Cale, que junto con Lou veía como el paso del tiempo se cernía sobre ellos. I´m Waiting For The Man, o lo que es lo mismo: la acuciante espera al camello, ese hombre que te hace transportar a un mundo ficticio de ilusiones, la evasión de la realidad y de las cicatrices del alma, que sincroniza a la perfección con el ritmo uniforme del bajo y de la batería. Femme Fatale contaba con la primera aparición de la exuberante Nico a las voces, una canción que podía referirse a cualquier mujer, a una de esas mujeres "fatales" que prometen besos y esperanzas y al final todo es nada, y nada es todo. Se comentó que esta canción se podía interpretar como una exaltación que Nico hacía de su figura, en una época en la que estuvo coqueteando con Reed y Cale al mismo tiempo, sirviéndose de insidiosas inquinas para intentar hacerse con el control del grupo. Venus In Furs y la batería compacta y uniforme, cansada y reiterativa de Tucker junto con la viola de un Cale frío, distante e impenetrable. Run Run Run. Otra exaltación a la droga, a la jauría de adictos que huyen de la policía tras una redada en los bajos fondos de la ciudad. Aquí hay que destacar los particulares "solos" de guitarra de Reed y la viola de Cale, genial como siempre.


All Tomorrow´s Parties, cantada por la ruda voz de Nico, relatándonos el inmenso drama existencial de una muchacha joven que no sabe de dónde sacar tantos vestidos ante la eminente avalancha de compromisos sociales que se le avecinaban. La sensación de vacío de una chica que no encaja entre los snobs. Genial la melodía de piano y los coros de Reed, que cuadran a la perfección con la voz de gorilona de Nico. Heroin es un temazo sin paliativos. Nada ni nadie puede ayudar, sólo hay droga, mi mundo gira alrededor de la droga, no quiero oír problemas, sólo quiero un chute y evadirme, no pensar, no actuar. La instrumentación es soberbia, con cambios de ritmo, una parte relajada que va aumentando y aumentando, el subidón, el estado de ánimo que se alza de repente por un momento, para luego volver a caer en la desidia, la mente se nubla, nada hay, crees que hay gente alrededor tuya, pero son todo ilusiones. Aquí Tucker parece que bombea un corazón que acaba de salir de una cardiopatía en vez de tocar la batería. Morrison sube y baja como quiere con la guitarra, ayudando a esa contraposición entre éxtasis-relajación. Uno de los mejores temas del disco sin lugar a dudas. En There She Goes Again aparece otra vez nuestra rubia cachonda favorita cantando la historia de una chica que es una golfa, disfruta, adora follar, adora mangonear a los hombres, ¿otra referencia a sí misma?, seguramente. I´ll Be Your Mirror, con una melodía genial y corta, con Morrison y Cale inspirados, Tucker a la pandereta y Nico a las voces. La historia nos cuenta que Cale y Reed machacaron mentalmente a Nico para que la cantara perfecta, llegando incluso al maltrato psicológico para sonsacarle esa vulnerabilidad que parece inundar el tema. The Black Angel Death´s Song, serena y marcial, con otra genial interpretación de Cale, y un Lou que parece declamar ante un auditorio restringido en vez de cantar, uno de los temas más "noise" del grupo, European Son cierra el disco, con una guitarra "Chuck Berry" de Morrison, objetos que se parten, cambios de ritmo, velocidad, más objetos que se parten, más velocidad, más ruido más mierda, más basura, más fealdad. El broche de oro a un disco que tuvo nula repercusión en su día, admirado y venerado muchos años después, al igual que la gran mayoría de los discos de culto. No eran los más guapos, ni los más dulces, eran mortalmente serios, arrogantes, pasaban de hacer canciones como Eleanor Rigby, Under My Thumb o Baba O Riley. ¿Para qué hacer algo bueno y bonito cuando puedes hacer mierda que suene bien?. Imprescindible. Alex Noiser

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