Scott Walker - Bish Bosch

Por increíble que parezca, hubo un tiempo en el que el nombre de Scott Walker iba de la mano con la etiqueta easy listening. Tras un comienzo brillante al margen de The Walker Brothers, el inexplicable fracaso del genial ‘Scott 4′ (1969, en el que se decidió a dar protagonismo a sus propias canciones y dejar de interpretar tantas versiones de Jacques Brel y otros) llevó al ya de por sí reclusivo Walker a abandonarse, dejarse llevar por la bebida y sacar en los años 70, tras el pasable ”Til The Band Comes In’ (1970), una serie de discos en los que se limitaba a cumplir compromisos contractuales y poco más, resultando un material puramente comercial que dejaba bastante que desear. La reunión con sus “hermanos” a finales de la década salvó un poco los muebles, pero su carrera en solitario entró en un vacío del cual han salido tres álbumes, uno por década y colaboraciones aparte: ‘Climate Of Hunter’ en los 80, ‘Tilt’ en los 90 y ‘The Drift’ en los 00. Como un perro apaleado que vuelve para vengarse, dejó a un lado el preciosismo del pop barroco de sus inicios, para, con todo el poderío y dramatismo de su voz barítona, facturar una música difícilmente catalogable, dividida más en movimientos que en canciones propiamente dichas, particularmente en sus dos últimos álbumes hasta la fecha. Podían aparecer aspectos cercanos al rock, a la música clásica, a la electrónica ambient, a la música industrial y todo a placer, formando un muro en apariencia infranqueable. Nunca debería haber sorprendido esto al público, porque pocos crooners a los que se les cataloga de easy listening citan a Ingmar Bergman en sus letras. Vamos, que se veía venir.

No parecerá que se ha puesto las pilas de golpe y porrazo, pero Walker no ha tardado otros diez años en volver a mostrarse ante su audiencia, y eso es ya un detalle. “Sólo” seis años después del citado ‘The Drift’, regresa con ‘Bish Bosch’, un álbum tan crudo como denso y eso se explica desde el título mismo: jugando con el lenguaje, combina Bish (otra manera de decir “bitch”) con Bosch, es decir, el pintor El Bosco; y a su vez con la expresión “Bish Bosh”, que vendría a ser en castellano como “en un pis pas”.

Es interesante leer la entrada del blog en torno al álbum que ha escrito el periodista Rob Young (de The Wire) para comprender la temática de las letras, así como otros detalles de su composición y grabación. Toda información que sirva para descifrar el jeroglífico que suele ser la música de Scott Walker es conveniente. Se ha defendido este nuevo trabajo en la nota de prensa como un paso más allá y parece que no sólo es la típica estrategia de venta, sino que es cierto, que Walker se la ha jugado aún más si cabe. Al igual que los colores blanco y negro de la portada, los contrastes entre silencio y estruendo son más acusados que nunca (y el artista se ha asegurado al milímetro de que así sea, pasando de la grabación analógica a la digital para que los silencios sean totales). Ese más allá también se percibe en las atmósferas, más claustrofóbicas e inquietantes si cabe, demostrando que desde que Walker se encerró en sí mismo, su objetivo prioritario ha sido huir en la dirección contraria del camino que le llevó a la fama en los años 60. Si hubiera que darle un nombre a su música, lo fácil sería tacharlo de avant-garde, pero tal vez fuera más apropiado llamarlo uneasy listening.

Como si fuese la banda sonora para una película de Lars Von Trier (del tipo ‘Anticristo‘), ‘Bish Bosch’ mantiene al oyente en un total estado de tensión, sin poder encontrar un momento de paz, porque ni en los pasajes más silenciosos y por supuesto ni en los más ruidosos y desconcertantes se puede encontrar otra cosa que no sea desasosiego. Con una temática que va desde los esfínteres (y con sonidos de flatulencias incluidos, como sucede en el tema ‘Corps De Blah’) hasta la muerte del dictador Nicolae Ceausescu y su esposa, los sonidos que acompañan las particulares letras de Walker no lo son menos: en una sucesión de bloques que parecen casi aleatorios, los distintos pasajes se suceden desde el incómodo comienzo de ‘See You Don’t Bump His Head’ con una base industrial machacante, y prosiguen durante las nueve “canciones”, llevándose la palma de la complejidad los veinte minutos de ‘SDSS14+13B (Zercon, A Flagpole Sitter)’.

En los silencios escuchamos en varias ocasiones la voz desnuda de Walker, para acto seguido escuchar afiladas guitarras y arreglos orquestales que si antaño eran preciosistas y majestuosos, ahora crean muros de confusión. Tras el “single” ‘Epizootics!‘, la segunda mitad del álbum pasa a ser más contenida, con menos contrastes pero con una calma tensa en todo momento. El tema final, una especie de villancico -como comentábamos anteriormente- con referencias a la muerte de Nicolae Ceausescu y su esposa, parece el más tranquilo, pero ya es demasiado tarde para devolvernos a un estado emocional equilibrado. Con paciencia, mucha paciencia, se llega a apreciar lo que ‘Bish Bosch’ tiene que ofrecer, dejando a su paso una gigantesca incógnita que no sabemos si hemos resuelto una vez terminada la reproducción. Tal vez esté ahí la gracia de todo esto, en no terminar de descubrir o entender lo que hemos escuchado. Otra obra enigmática de los pies a la cabeza. -- Quietmansmiling/jenesaispop

beaufer....
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Atoms For Peace - Amok

Atoms for Peace surge a fines de 2009 en la ciudad de Los Angeles, con fines de apoyar la salida del primer disco solista de Thom Yorke, The Eraser. Así es como este grupo de, sí, talentosos músicos, se une para aportar una sonoridad a las canciones del líder de Radiohead, donde nos encontramos con atmósferas electrónicas que van creando un crescendo emocional y desgarrador, por ciertos momentos inentendible. Luego, la banda fue creciendo por un amor a ponerse borrachos y escuchar Fela Kuti –palabras de ellos-. Encontramos en las canciones algo así como un fundamentalismo de la afropercusión, cuyos heraldos vendrían a ser en este caso Joey Waronker y Mauro Refosco, que en todo momento están haciendo un juego de tira y afloje. Pero tampoco son los verdaderos protagonistas de este disco.

¿Quién gana en esta guerra de personalidades que es un supergrupo, estimamos? Nadie, en realidad. Ganamos nosotros, quizás, que podemos escuchar buenas canciones. En cierto sentido, ninguna de las personalidades que participan de Atoms for Peace predomina, con excepción, claramente, de la voz de Thom Yorke, o la producción de Nigel Godrich, otro punto a examinar cuidadosamente. Es Godrich el que convierte estas canciones en cyborgs musicales, haciendo que no podamos identificarlas realmente con ninguno de los artistas que participan, excepto con él. Todos los temas están cubiertos con un manto de máquinas que rechinan, se doblan y se inclinan en nuestros oídos, acompañados por el único instrumento no manipulado del disco, la voz del cantante. En muchos casos, la receta funciona la perfección y nos encontramos inmersos en un universo de sueños, mientras que en otros, lamentablemente, el disco hace agua y nos encontramos con un pastiche indecoroso.

Y es hora, además, de desbancar un mito importante. No todos los fanáticos de Radiohead van a estar encantados con Amok. No por gustar de la música tenemos que hacer de ella un dogma, y algunos no comprenden esto del todo. Si te gusta, por ejemplo, OK Computer o hasta Amnesiac, quizás Amok no será un disco para ti. Y si disfrutaste a medias The Eraser, tampoco recomendaría que siguieras este camino: Amok da rienda suelta a todas las aspiraciones electrónicas que podría tener Yorke, acompañado por el genio maléfico y delicioso de las bases producidas por Godrich. Hay puntos en común, por supuesto, pero eso no quiere decir que estén jugando el mismo juego. Para nada. Creo que la mejor forma de hacer un acercamiento al debut de Atoms for Peace es de la misma forma que podemos reseñar cualquier otro debut, notando aciertos y oportunidades de crecimiento, sin importar que muchos consideren a varios miembros de esta banda como deidades. No nos queda otra opción que comenzar a desglosar Amok como corresponde.

La primera canción es “Before Your Very Eyes”, que tiene un comienzo muy analógico con justamente esta percusión con influencias africanas que contamos hace algunas líneas, más un tintineante punteo de guitarras y la voz de Yorke que, en este caso y sin dudas, nos lleva a Radiohead. Ahora bien, a medida que progresa esta canción, parece que Godrich se ha metido en el cuarto a jugar con las perillas de la consola, y nos encontramos a mitad de canción con beats electrónicos que se van acercando desde el fondo mientras enmudecen los instrumentos analógicos. En un cierto momento, lo único que tenemos de los primeros momentos de la canción es la voz de Yorke.  

“Default” fue una de las primeras canciones que pudimos escuchar del disco y una de las que más nos emocionó. Tiene una cierta oscuridad, algo sombrío mientras escuchamos la vocecita de Yorke, una especie de respiración alla Darth Vader de fondo, y el falsetto del cantante que bien conocido lo tenemos. Es una criatura de estudio, con Godrich pulsando las barreras de la música electrónica con capas y capas de arreglos digitales que nos sorprenden donde posemos nuestro oído. En una primera escucha parecemos detectar algo de desprolijo, pero es solamente nuestra imaginación: cada beat, cada ruidito, está ubicado con una perfección absurda exactamente donde debe estar.

 Y seguimos: “Ingenue” también nos hace preguntarnos dónde se ha quedado Fela Kuti en esta ecuación, dado que nos encontramos con una especie de versión remixada de Yorke solista. Y nos detenemos aquí antes de que se confunda con una crítica negativa. Esta canción sirve para bajar un poco el tempo que los dos temas encargados de abrir el disco parecían estar imponiendo, una electrónica esquizofrénica y apurada, oscura, para inaugurar una especie de romanticismo de teclados con una melodía mecánica y pegadiza que funciona para las rápidas palabras de Yorke. Atoms for Peace

En “Dropped”, nos encontramos con otro cyborg de instrumentos analógicos y digitales. Hasta casi parece que Godrich tomó todo el material de estudio para luego sentarse en él y agregar las chucherías digitales –fantásticas, por cierto- que se le de la gana. Una especie de golpe de puerta es la percusión de fondo, que pronto se encuentra peleando en un crescendo fantástico donde Refosco y Waronker batallan con sus parches, y Godrich con una especie de sable láser con mango de titanio que asesina a quien quiera abogar a favor de la música tradicional. Como siempre, prima el hiper detallismo que pareció ser la prioridad de la banda durante la creación de estas canciones.

  Amok continúa con “Unless”, que de nuevo cuenta con un protagonismo fundamental de la percusión y de las melodías electrónicas, mientras que Yorke nos dice que no le podría importar menos. ¿Quizás una dedicatoria a todos los fanáticos enojados con sus trabajitos de DJ? Probablemente no, pero aquí nuevamente nos encontramos con algunas guitarras, sintetizadores con ecos de los ’80 krafwerkianos, y nos imaginamos a Godrich como una especie de carnicero, removiendo músculo por músculo de las canciones y dejando solamente el hueso, para ver después cómo puede reconstruirlo. A mediados de la canción, nos encontramos con un punto alto donde la percusión se transforma en un ritual tribal donde ya nos imaginamos bailando desenfrenadamente.

Para “Stuck Together Pieces”, el disco levantó considerablemente. Nos encontramos de nuevo con una percusión frenética, sin paz, que sí levanta las banderas de los mejores percusionistas africanos, y que repite esta estética tribal que escuchamos en la canción anterior. Es de nuevo una canción que baja un poco el tempo, y es ciertamente uno de los puntos altos del disco, con Yorke en su plenitud. Para volver a la esquizodelicia de la electrónica de Godrich, tenemos una canción que repite el nombre de uno de los temas de Yorke, “Judge, Jury and Executioner”, que sin embargo no tiene nada que ver. De hecho, aquí también nos encontramos con algunos ecos de Radiohead, de In Rainbows en adelante, con una espectacular guitarra acústica y una percusión mitad analógica y mitad electrónica que marca todo el esqueleto del tema. Si hay una colaboración más grande que la de Yorke y Godrich en esta última década, es hora de levantar la mano, dado que esta canción demuestra que son una dupla peligrosa cuando se encuentran detrás de una consola. “Reverse Running” es quizás una de las canciones con el comienzo más tradicional, otro punto alto para Yorke y también para Flea, donde nos encontramos con una especie de afrofunk descomunal acompañado por algo de electrónica tranquila. Un punteo desganado de fondo con un platillo silenciado mientras Yorke lleva toda la canción sobre sus hombros es todo lo que necesitamos.

 “Amok” comienza como una pista de baile y es decididamente uno de los esfuerzos más electrónicos del disco. Aquí nos están diciendo algo. Este es un manifiesto de un grupo de artistas que se juntaron en el estudio para dar a luz una bestia de proporciones descomunales, que no todos podremos entender en una primera escuchar. “Amok” no es fácil de digerir pero representa muy bien el espíritu del disco, una fusión entre ritmos tradicionales, desde el afrobeat hasta el rock, pero agregando pinceladas de experimentación fabricadas puramente en la consola. Amok es un buen disco. No llega a cumplir con todas las expectativas depositadas en él después de tantos años de espera, y creo que muchos se quedarán con ganas de más. Pero si desestimamos los nombres fuertes que se encuentran detrás del proyecto, nos encontraremos con una variante interesante, y al mismo tiempo desquiciada, del panorama actual de la música electrónica. Las personalidades que conforman Atoms for Peace se funden en una electrónica maciza con guiños a otros géneros, que sin embargo sigue siendo, como bien imaginamos, un bicho de estudio.  Pero, al mismo tiempo, esta calidad de estudio que tiene el disco va por dos lados. Es casi un ensayo sonoro donde Yorke y compañía exploran todas las posibilidades que tienen ante sus ojos, y oídos, y en este sentido reciben una buena recompensa. No será fácil de digerir por muchos, y requiere una buena cantidad de escuchas antes de poder aclimatarnos completamente. Es un esfuerzo complicado, y difícil de digerir justamente por todos estos detalles y capas sonoras que se nos revelan una y otra vez con cada escucha, producto de la probablemente obsesa personalidad de Godrich, encargado de pulir, destrozar y volver a acomodar las melodías de las canciones. ¿Habrá un nuevo disco de Atoms for Peace? Puede ser, y será interesante ver en qué dirección se mueven. --Bárbara Pavan

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James Iha - Look to the Sky

Earlier this year, former Smashing Pumpkins guitarist James Iha ended a 14-year solo sabbatical when he released his sophomore set Look to the Sky. continue→
Only thing was, the album was released only in Japan. Unless you already scoured the torrent sites or paid out for the import, the record will now finally be available for North American audiences at the end of the summer.

An interview with RS revealed that, obviously, it took a while for Iha to record the 14-song set, as he spent years focused on producing bands at his New York studio. It should be noted that the last several years have also seen Iha play with A Perfect Circle, Tinted Windows, Isobel Campbell and more.

While Let It Come Down was a softer album, Iha made a conscious effort to shake things up throughout Look to the Sky. "My first record was definitely more on the quieter acoustic side, more singer-songwriter," he said. "With this record, I tried to make it more of a variety. There's a little bit of rock stuff, there's quieter acoustic stuff, there's more new wave-y pop stuff."

You can check out the album's first single "To Who Knows Where," a dreamy, distortion-dusted pop rock number, in the video down below. Of the track, Iha explained
"lyrically, it's sort of about a happy feeling, something incredible that happens to you. It's there for a moment, and then it's gone. Something kind of ephemeral."


A principios de este año -el ex guitarrista de Smashing Pumpkins- James Iha, ha terminado con 14 años sabáticos como solista con el lanzamiento de su segundo disco Look To The Sky. Lo único es que el álbum fue lanzado solamente en Japón. A menos que ya hayas recorrido sitios torrent o pagado por la importación, el registro estará finalmente disponible a finales del verano.

En una entrevista con la revista RS reveló que, obviamente, le tomó un tiempo a Iha grabar el set de 14 canciones, ya que pasó los ultimos años centrado en la producción de bandas desde su estudio en New York. Cabe señalar que los últimos años también han visto a Iha tocar con A Perfect Circle, Tinted Windows, Isobel Campbell entre otros.

Mientras que Let It Come Down fué un álbum más suave, Iha a hecho un esfuerzo consciente para cambiar las cosas para Look to the Sky. "Mi primer disco fue definitivamente más por el lado acústico más tranquilo, más cantautor", dijo. "Este disco, traté de hacerlo más variado. Hay un poco de cosas de rock, hay cosas más acústicas, hay algo de new wave y pop."

Puedes comprobar el primer single del álbum, "To Who Knows Where", una especie de pieza dreamy, con una distorsión polvorienta de pop rock. Sobre la pista, Iha explicó
"líricamente, es sobre los sentimientos de felicidad, algo increíble que te sucede. Que está ahí por un momento, y luego se va. Algo de algún modo efímero".
--Gregory Adams

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Karnatra - Heroin


Kusaksikan.. Detik-detik keruntuhan lara yang menahanku Dan kusaksikan kau datang

Riang kau melangkah ringan tanpa beban Seakan baru saja dilahirkan

Kusaksikan kau datang..

Jatuh begitu keras Kau terbitkan senyuman seperti heroin Setara heroin

Kusaksikan mendung terbelah Menyusup turunlah sinar terang Jangan pulang, tinggallah.. Menyaksikan tiba fajar

Ku jatuh begitu keras Kau terbitkan senyuman seperti heroin Setara heroin

Galaxy 500 - Today

Eran ángeles y su primer disco es ya una cumbre celestial. Dos son las canciones que sirven de columna vertebral. Por un lado, ‘Tugboat‘, melancolía punteada que había servido para que el trío debutara en single, era un chorro de eco sobre el corazón. Tres minutos y 54 segundos de encrespadas guitarras y un mensaje amoroso-sexual disfrazado de hastío:
No quiero quedarme en tu fiesta, no quiero hablar con tus amigos, no quiero votar a tu presidente, sólo quiero ser el capitán de tu remolcador.
Su patrón se repite también en la inicial ‘Flowers‘, donde Wareham da toda una lección de cinismo: mientras la música parece la más bella ensoñación romántica (con su voz haciéndose grave y rebotando contra las paredes), el mensaje es desolador:
No puedo calmarte (…) No puedo estar allí cuando te duermas, no puedo entrar en tus sueños. (…) Parece que las cosas tienen que cambiar, porque, niña, eres una lunática
La otra canción-emblema es la recreación de un tema de Jonathan Richman, ‘Don´t Let Our Youth Go To Waste‘. Ahí la banda se desborda: todos sus sonidos cristalinos, su psicodelia de baja fidelidad, su impericia y sus defectos, todo se une para crear un totem, la piedra filosofal del sonido Galaxie 500. Como si de un ‘The End‘ (The Doors) recreado por la Velvet Underground se tratase. ‘Don´t Let Our Youth Go To Waste’ es una hermosa vuelta de tuerca a la juventud perdida y también mucho más que una simple versión. Cada momento de la canción previa de Richman cobra vida propia, con un solo final de guitarra que reverbera y crea un estándar de belleza. Muchos grupos se han fijado en él cuando se ha tratado de recrear paz y belleza.
Nor can I stand being out of your life / And I could bleed in sympathy with you / On those days / And I could drink up everything you have /Don’t let our youth go to waste
El resto del disco es una recreación enormente acertada de un sonido monolítico y, posiblemente, algo limitado. Mejor así. Mientras otros se pasan la vida buscando su estilo musical, Galaxie 500 lo tuvieron tan claro que se limitaron a tratar de superarse a sí mismos. --Hipersónica

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Spacemen 3 - Sound Of Confusion

En 1986, unos jovencísimos Peter Kember, alias ‘Sonic Boom’, y Jason Pierce obtuvieron por fin la recompensa de ver publicado un material que llevaban tiempo gestando. Su impacto inicial fue mínimo, al ser ignorados por virtualmente toda la prensa. Los pocos que les hicieron caso les tacharon de cuasi-plagiadores. Y es cierto que ‘Sound of confusion’ es un tributo a un montón de influencias primerizas, pero también es algo más. Vayamos por partes.

Mediados de los 80 es una época en la que esa masa informe y no cuantificable llamada ‘underground’ empieza a hacerse notar, a tomar consciencia de sí mismo. En América empieza a haber un montón de bandas, como los Replacements, Sonic Youth o R.E.M., que empiezan a salir de la oscuridad, si bien los primeros se la pegaron millones de veces. En el mismo Reino Unido, los Smiths se coronaron como la banda ‘indie’ por excelencia, y su acogida inicial del punk había nutrido a un buen puñado de bandas que se tomaban en serio la filosofía del ‘hazlo tú mismo’ y a un buen puñado de sellos independientes como Rough Trade, 4AD o Cherry Red.

No obstante, hay dos bandas que para mí simbolizan la escena de este tiempo. Una es Jesus and Mary Chain. ‘Psychocandy’, una revolución y también un éxito: creadores en solitario del ‘noise pop’, “los nuevos Sex Pistols”, etc… La otra es ésta. Y curiosamente, ambas tienen las mismas influencias. En realidad, no podía ser de otra manera. El ‘underground’ se nutre de ‘underground’, es decir, de Velvet Underground, Stooges, MC5, The 13th Floor Elevators, Death, pero mientras los JAMC le insuflaron una parte de pop y otra de ruido, Pierce y Kember tomaron como base el ‘White Light/White Heat’ dotándole de elementos ‘space’ y psicodélicos.

¿El resultado? El resultado es una música de trance, algo tribal y mucho de garagera, precursor del stoner, ‘lo-fi’, peligrosa, monótona y simple. El amplificador parece que va a reventar de un momento a otro, las canciones no superan los dos o tres acordes que se extienden a lo largo de minutos que parecen horas, la batería jamás cambia un ‘cuatro por cuatro’ marcado por el bombo ni introduce ningún ‘break’ ni nada. Todo ello forma una suma hipnótica, en la que pierdes totalmente la noción del tiempo, y lo que podría ser el festival del aburrimiento se convierte en una experiencia parecida a la de los estupefacientes, de los que tanto abusaban los miembros de esta banda.

A partir de ‘Sound of confusion’, Kember y Pierce fueron sustrayendo los elementos garageros y se quedaron con su sonido identitario en su forma más pura: el ‘drone’. Aquí, sin embargo, las referencias son tan obvias que asustan. A primera vista, de los siete temas iniciales, tres son ‘covers’ – Rollercoaster de 13th Floor Elevators; Mary Anne de Juicy Lucy; Little doll, de The Stooges -, pero escuchar esto revela que los temas originales están muy basados en otros temas reconocibles, siendo el caso más famoso el del tema que cierra el LP original, O.D. Catastrophe, con letras que evocan directamente al T.V. Eye de The Stooges. Quizá sea por esta razón por la que es el disco al que más cariño tengo de todo el canon de Spacemen 3, porque es un excitante viaje por lo mejor de los clásicos con unos guitarrazos que asustan.

‘Sound of confusion’ empieza con un petardazo increíble. Losing Touch With My Mind es muy probablemente el mejor tema de todos los que se encuentran aquí. Sintetizadores a lo Hawkwind dan la bienvenida. El riff más sexy y elaborado de todo el disco le sigue. Las letras, sobre drogas, como no podía ser de otra forma. Los Planetas se pasaron años y años intentando ser los Spacemen 3 españoles. No puedo parar de pensar en ponerme las gafas de sol y tirarme al suelo de rodillas cada vez que lo pongo.

Hey Man pone un pie en el futuro de Spacemen 3, en el ‘drone’ guitarrero litúrgico basado en un Velvet Underground más baladero, y Rollercoaster pone un pie en el pasado con ese monolítico y pesado riff, casi reminiscente a grupos de ‘heavy metal’. Si sus casi ocho minutos parecen excesivos, mejor no mirar los 17 de la versión de los bonus tracks, pero lo que está claro es que es difícil desprenderse de su sonido desgarrador. Alguna vez leí que ‘Sound of confusion’ era el mejor álbum para recuperarse de una terrible resaca de drogas que no son precisamente alcohol. Este tema y O.D. Catastrophe deben de ser la razón. Este último es aterrador, un acorde repetido machaconamente que me estremecen como pocas cosas en este mundo.

No quiero acabar esta reseña sin mencionar 2:35, que, junto con Losing Touch With My Mind, es uno de los temas más ‘cool’ del disco. Nuevamente, es imposible no pensar en rescatar la chupa de cuero del armario e imaginarse en un escenario haciendo el cafre. Rezuma lo que los ingleses llaman ‘swagger’, cuya traducción literal es fanfarronería, o, básicamente, peligro, actitud y chulería. Vamos, ‘rock and roll’. --Eufonía Eléctrica

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Sigur Rós - Valtari

… como agua de mayo a mediados de abril, si bien es verdad que su anterior trabajo Með Suð Í Eyrum Við Spilum Endalaust desde mi punto de vista no hacia justicia a todo lo que es y representa esta banda Valtari es toda una declaración en voz alta para volver a rompernos el alma en dos, con ese sonido tan característico que estos chicos poseen, no voy a lanzar mas palabras que desmerezcan todo lo que esta obra guarda dentro a si que sin más. Disfrutarlo! --Otro Blog Sin Futuro

Last we heard from Sigur Ros was in film form – their own epic continue→
concert film, Inni, and frontman Jonsi’s score/soundtrack for We Bought A Zoo both dropped (and wowed us) in 2011. Now they’re readying a more-audio less-visual release, a brand new LP called Valtari, their first release since 2008. But they’re not totally abandoning filmic cues – bassist Georg Holm says the record’s like “looking at an old landscape painting.”


Lo último que supimos de Sigur Rós fué de película - su propio epic concert film "Inni", y la banda sonora de Jónsi para We Bought a Zoo, ambos de 2011. Ahora preparan un más auditivo y menos visual lanzamiento, un LP llamado Valtari, su primer lanzamiento desde 2008. Sin embargo, no están abandonado totalmente la pista fílmica - el bajista Georg Holm, dice del registro que es como "mirar una pintura paisajística antigua". --Pretty Much Amazing

Sigur Rós has been putting out a distinctly ethereal brand continue→
of rock music since the late '90s, and their intense concert performances, often augmented by a backing string section, have drawn heaps of critical acclaim. Aside from an official concert recording last year, the band has been mostly silent since their last studio album, 2008's Með suð í eyrum við spilum endalaust, as its members have tended to family and individual music pursuits. Throughout its eight songs, Valtari (which translates to "steamroller") will feature more electronics than previous efforts, but Sigur Rós has made it clear that this won't be a "dance" record. In an interview with Q, the band revealed that strings and a girls' choir will be featured and that the lyrics will once again not be in English.


Sigur Rós ha estado poniendo su distintiva marca etérea a la música rock desde los años 90, y sus intensas actuaciones en conciertos, a menudo aumentadas por una sección de cuerdas, han levantado un montón de elogios de la crítica. Aparte del lanzamiento oficial de un conciertoel año pasado, la banda se ha mantenido mayormente en silencio desde su último álbum de estudio Með suð í eyrum við spilum endalaust (2008), ya que sus miembros han tendido a actividades familiares y proyectos individuales. A lo largo de sus ocho canciones, Valtari contará con más electrónica que esfuerzos anteriores, pero Sigur Rós ha dejado claro que este no será un registro "dance". Además en una entrevista con Q, la banda reveló que los arreglos de cuerdas y coros de niñas serán presentados, pero que las letras no volverán a ser en inglés. --Resident Advisor beaufer....
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Smog - 'Neath The Puke Tree

When I was younger, I always displayed a penchant for botany. So much, in fact, that I had the entire plant world broken up into three botanical classifications. There were the "things that go ouch," such as stinging nettles and briar, "things that make itch," like poison oak and poison ivy, and "things that smell bad," continue→
like the cat pee-smelling ailanthus, and the vomit-smelling, fruit-bearing female ginkgo tree.

Granted, I was working within a very limited geographical scale. The world outside the Northeastern United States undoubtedly contains many, many more prickly, poisonous, and smelly plants than I've encountered. For me, a puke tree will forever be a female ginkgo, but I get the distinct feeling that God's green earth is home to many, many more plants that smell like vomit.

When I first saw Smog's new 'Neath the Puke Tree EP, I immediately assumed that the EP's title alluded to the ginkgo. But then I looked on the back of the jewel case, and noticed that the EP was recorded in Melbourne, Australia, a place that is no doubt home to more puke-scented flora than even New York City. But that's not the only level on which I'm failing to connect to this record. For the first time in a while, I'm starting to get the feeling that Bill Callahan's instincts aren't working to his advantage-- a scary and depressing thought, considering the amazingly consistent body of work he's produced in the past decade.

'Neath the Puke Tree has a decidedly more country feel to it than Callahan's past work. And no, I don't mean "alt-country," with its twanging Telecasters and torn denim jackets. There's a serious, old-school country influence at work here, especially on the EP's opener, "I Was a Stranger". Utilizing a simple but effective motif of strummed acoustic guitar, relatively straightforward drumming, and flourishes of slide guitar, the track effectively paints a dusty picture of a sun-drenched desert that would be very much at home in modern-day western music.

Breaking slightly away from this formula, the record's second track is its standout. Barren and desolate, "Your Sweet Entrance" is classic Smog, full of vague romantic longing as expressed through Bill Callahan's claustrophobic vocals. It also contains one of the most masterfully executed weirdo chord changes I've heard in ages.

Unfortunately, at about this point, Callahan seems to have forgotten the first rule of recording sparse, guitar-driven ballads: tune the fucking thing! "A Jar of Sand" could be a great track for all I know, but I just can't get past the fact that his guitar is so painfully out of tune. I'm not sure what would be worse: if the guitar were out of tune due to general laziness, or due to a shoddy attempt at adding an "experimental" feel to the track. Either way, it's not any fun, and makes what would otherwise be a perfectly listenable couple of tracks (this and the fourth track, "Orion Obscured by Stars", are both plagued by this problem) unbearable. Yet, even with these few thoroughly frustrating tracks, 'Neath the Puke Tree manages to yank itself out of the abyss in time for its closer, the swampy "Coacheecayoo".

After having this EP on repeat play for a few hours, I'm feeling three conflicting emotions. First, I'm frustrated that Bill Callahan didn't bother tuning the damn guitar (we've established that, right?). Secondly, I'm grateful that this isn't a full-length, because even though it's at times really likable, none of the tracks have the same punch as the better of Smog's album tracks. Finally, I'm hoping that my two major gripes with this EP won't carry over to the next full-length. I mean, shit, maybe it's just really hard to find a tuning fork in Melbourne.


Cuando era más joven, siempre mostré inclinación por la botánica. Tanto que de hecho, había dividido el mundo vegetal entero en tres clasificaciones botánicas. Allí estaban las "cosas que hacen ay!", como ortigas y zarzas, "las cosas que hacen picar", como la hiedra y el roble venenoso, y "las cosas que huelen mal", como la orina de gato, y el olor a vómito de las frutas del ginkgo hembra.

Por supuesto estaba trabajando dentro de una escala geográfica muy limitada. El mundo exterior, sin duda contiene muchas plantas más espinosas, venenosas, y malolientes que las que he encontrado. Para mí, un árbol vomitivo siempre será un ginkgo hembra, pero tengo la clara sensación de que la tierra verde de Dios es el hogar de muchas, muchas otras plantas con olor a vómito.

Cuando vi por primera vez el nuevo EP de Smog, 'Neath the Puke Tree, asumí de inmediato que refería a la ginkgo. Pero entonces miré la parte posterior y da cuenta que fué grabado en Melbourne, Australia, un lugar sin duda más perfumado que inclusive la flora de la ciudad de Nueva York. Pero eso no lo único en que estoy fallando para conectar este disco. Por primera vez en mucho tiempo, estoy empezando a tener la sensación de que los instintos de Bill Callahan no están trabajando a su favor - un pensamiento aterrador y deprimente, teniendo en cuenta el sorprendentemente coherente trabajo que ha producido en la última década.

'Neath The Puke Tree es decididamente más country que trabajos pasados de Callahan. Y no, no me refiero a "alt-country", con su tañida Telecaster y denim jackets rotas. Hay una seria influencia contry old school aquí, sobre todo en la apertura, "I Was a Stranger". La utilización de un simple pero eficaz rasgueo acústico, percusión sencilla, y florituras de guitarra slide, la pista efectivamente pinta un polvoriento cuadro de un desierto bañado por el sol que sería muy a gusto en la música western actual.

Rompiendo un poco lejos de esta fórmula, la segunda pista del disco es su destacado. Seca y desierta, "Your Sweet Entrance" es un clásico de Smog, un vago anhelo romántico expresado a través de la voz claustrofóbica de Callahan. También contiene uno de los cambios de acordes más magistralmente extraño ejecutado que haya escuchado en años.

Desafortunadamente, en este punto parece haber olvidado la primera regla de grabación de balladas de guitarra: afinar la maldita cosa! "A Jar of Sand" podría ser una gran pista, pero simplemente no pude ir más allá del hecho de que la guitarra está dolorosamente fuera de tono. No estoy seguro de lo que sería peor: si la guitarra estuviera fuera de tono por pereza, o un intento de añadir algo lo-fi "experimental" a la pista. De cualquier manera, no es nada divertido, y hace lo que sería una pareja perfectamente escuchable de pistas (esta y la cuarta pista, "Orion Obscured by Stars", ambas plagadas de este problema) insoportable. Sin embargo, aun con estas pocas pistas frustrantes, 'Neath The Puke Tree da un tirón para salir del abismo a tiempo del cierre pantanoso, "Coacheecayoo".

Después de repetir este EP un par de horas, tengo tres emociones en conflicto. En primer lugar, me siento frustrado de que Bill Callahan no se molestara en afinar la puta guitarra (hemos establecido que no, cierto?). En segundo lugar, estoy agradecido de que esto no es un LP, porque a pesar de que es por momentos muy agradable, ninguno de los temas tienen el mismo impacto que la mejor de las pistas de un álbum de Smog. Por último, espero que mis dos quejas principales con este EP no se trasladen al siguiente larga duración. Quiero decir, mierda, tal vez es realmente difícil encontrar un diapasón en Melbourne. --Matt LeMay

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Juana Molina - Tres Cosas

Light, breezy, and atmospheric, Juana Molina's Tres Cosas is a sonic journey that is at once soothing and intriguing. continue→
The instrumentation is spare but effective. "Uh" glides along on acoustic guitar and electronica loops that mingle with her soft vocals to create an appealing soundscape. The Argentinian singer/songwriter fuses folk and electronica rhythms on the title track. If you don't know Spanish, it doesn't matter. But even if you do, the lyrics are not the main focus here. These 13 tracks of electronica music are not so much for dancing as they are for reflecting and relaxing. With her soft half-spoken/half-sung vocals and sonic ambience, Molina sounds like what you'd get if you mixed folk singer Suzanne Vega and Yes' Jon Anderson.


Luminoso, despreocupado y atmosférico, Tres Cosas de Juana Molina es un viaje sonoro relajante y fascinante a la vez. La instrumentación es sencilla pero eficaz. "Uh" se desliza a lo largo de guitarras acústicas y electro bucles que se mezclan con sus voces suaves para crear un paisaje sonoro atractivo. La cantautora argentina fusiona el folk y ritmos electro en la pista del título. Si no sabes español, no importa. Incluso si lo sabes, las letras no son el foco principal aquí. Estos 13 temas de electrónica no son tanto para bailar como lo son para reflexionar y relajarse. Con su voz suave y un ambiente sonoro medio hablado/medio cantado. --Amazon Customer

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M. Ward - A Wasteland Companion

Inspired by his increasingly itinerant lifestyle Ward set forth to create something of a musical travelogue. He explains, “Between now and when I made Hold Time there has been a lot of travelling which requires a lot of reckoning with what to leave behind and what to carry continue→
– material and otherwise – and thinking about what I want versus what I need, creatively and otherwise. I wanted to get a reflection of that on the album. It was a process of stripping away my security blanket, which is the same four walls I always record in.”

The album, consisting of 12 stunning tracks, was made with 18 musicians and recorded in eight different studios in Portland, Omaha, New York City, Los Angeles, Austin and Bristol (UK). Ward’s honey-soaked vocals, deft finger-picking, innate sense of melody and beguiling lyrics have already cemented his reputation as one of America’s true musical treasures and A Wasteland Companion features some of the finest songwriting and most striking delivery of his career. With each and every recording Ward finds new ways to make the colours of his songwriting palate sparkle and his dexterous skills as producer, arranger, guitarist and singer seem to burst into even brighter bloom on each release.



Inspirado por su cada vez más itinerante estilo de vida, Ward se propuso crear una especie de cuaderno de viaje musical. Él explica: "Entre cuando hice Hold Time y ahora, no ha habido un montón de viajes que requieran una gran cantidad de cálculos sobre que llevar y que dejar atrás - material y otras cosas - y pensando en lo que quiero en comparación con lo que necesito, creativamente y de lo otro. Quería tener una reflejo de eso en el álbum. Fué un proceso de quitar el manto de seguridad, que son las mismas cuatro paredes en las que siempre grabo"

El álbum consta de 12 pistas impresionantes, con colaboraciones de 18 músicos y grabado en ocho diferentes estudios en Portland, Omaha, New York, Los Ángeles, Austin y Bristol (Reino Unido). La voz melosa de Ward, hábil finger-picking, su sentido innato de la melodía y letras seductoras ya han cimentado su reputación como uno de los verdaderos tesoros musicales de América y A Wasteland Companion cuenta con algunas de las mejores canciones y entregas más llamativas de su carrera. Con todas y cada una de sus grabaciones Ward encuentra nuevas maneras de hacer que los colores de su composición y correctas habilidades como productor, arreglista, guitarrista y cantante parecen convertirse en una flor aún más brillante con cada lanzamiento. --Leicester Bangs


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