Sigur Rós - Með suð í eyrum við spilum endalaust


Los movimientos previos a la liberación completa de Með Suð í Eyrum Við Spilum Endalaust fueron bastante curiosos por parte de Sigur Rós, casi daría la sensación de que con la intención de confundir al personal. Primero dieron a conocer un tema muy alegre pero totalmente diferente a cualquier trabajo previo de la banda como fue ‘Gobbledigook’, para más tarde presentar ‘Festival’, un tema que sí retomaba la esencia musical de la banda islandesa.

Ante semejante diferencia, resultaba complicado no sentirse algo confuso: ¿Iba a ser éste un disco de contrastes, de cambios bruscos? Sí y no. Realmente los contrastes están ahí, y el álbum oscila entre cortes de estructuras que rozan el pop, con otros que se sumergen de lleno en el post-rock minimalista con el que todos les relacionamos; pero no hay la más mínima brusquedad ni fricción entre unos y otros.

Más bien al contrario, el LP está vertebrado de una forma tan extraordinaria, que el paso de los momentos más vigorosos a los puramente emotivos se acepta con total naturalidad, como el que ve a un grupo de gente correr desnuda por el bosque, y se sorprende a sí mismo al observarlo con despreocupada comprensión.

Como tantas otras bandas que pasaron del absoluto anonimato al culto mundial en espacios mínimos de tiempo, Sigur Rós comenzaron a entrar en una fase de crítica generalizada por muchos de quienes antes los habían alabado, y algunos no andaban faltos de razón. No obstante, y aunque creo que la banda nunca llegó a perder su brillantez, este trabajo supone un necesario paso adelante en su discografía que pocos podrán achacarles.

El ritmo de día de fiesta que imprime ‘Gobbledigook’ al álbum como apertura del mismo toma aún más fuerza con ‘Inní mér syngur vitleysingur’ , todavía mas divertida de escuchar que la primera pista, y con un considerable potencial adictivo. ‘Við spilum endalaus’ sigue siendo animosa, aunque el tempo empieza a decaer para dar la bienvenida a la siguiente fase del álbum.

A esta segunda parte da arranque la ya nombrada ‘Festival’, una canción enorme que, junto a ‘Ára bátur’ , se alzan como los dos grandes pilares centrales de la obra, muy parecidas en su estructura progresiva. Estas composiciones resultan épicas (más en la primera) y emotivas (más en la segunda), y a pesar de sonar a la vieja escuela, miran de reojo a lo que ya se ha escuchado antes en este mismo disco, buscando no desentonar con los primeros compases. Entre ambas, ‘Suð í eyrum’ se presenta como un cordón umbilical que las une con sus notas de piano haciendo de drone.

Tras el tono grandioso que desprende la parte central del álbum, un nuevo giro, imperceptible cuando lo estás viviendo, pero totalmente evidente cuando ya ha pasado, nos lleva hasta un último tercio donde impera claramente el minimalismo. En esta última fase, además de la sorpresa de encontrarnos con ‘All Right’, un cierre cantado en inglés, destaca especialmente ‘Fljótavík’ , una de esas canciones que rozan cerca del corazón.

Hay pues un claro contraste en el trabajo, que va de más a menos (en ritmo, no en calidad), pero que a pesar de ello no se muestra abrupto ni forzado. Todo llega cuando debe llegar, muestra lo que ha de mostrar, y se marcha para dejar paso al siguiente. Y tú ahí, observándolo todo maravillado, pero con total naturalidad.

En conjunto, el disco es de gratificante escucha y no cansa tanto como sus predecesores, que si bien resultaban fantásticos (con sus más y su menos), no eran tan aptos para una reproducción continuada como éste que ahora nos regalan. Resulta difícil saber si este será el camino a seguir por la banda a partir de ahora, o se trata de un punto y aparte; realmente tampoco es eso algo que deba importarnos demasiado. Lo que ahora toca es aceptar la mano tendida que Sigur Rós nos presentan para adentrarnos en este grandísimo disco. Os recomiendo que no la rechacéis. Hipersonica
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