Amen Dunes - Through Donkey Jaw

Most of what I said about Damon McMahon's last album as Amen Dunes, 2009's DIA, can be said about his newest, Through Donkey Jaw. He's still making muffled, eerie pop akin to the private visions of Syd Barrett and continue→
Skip Spence and the homemade pop of New Zealand artisans Alastair Galbraith and Graeme Jefferies. His voice is still central, filled with downbeat subtlety, and his songs still mix classic melody and fuzzy obscurity in a way that's both focused and loosely inspired.

There's something different about Through Donkey Jaw, though. Its 14 songs are sharper and fuller, with quicker access to your brain's pleasure center. The simple explanation would be that McMahon formed a band upon moving back to America from China after the release of DIA, which would iikely make his songs sound bigger. But my guess is his improvement comes from something even simpler-- just by keeping at it, McMahon naturally got better at what he already did well.

Whatever the reason, Through Donkey Jaw's forward steps are apparent immediately on hypnotic opener "Baba Yaga". Over a trembling guitar line and primitive drumming, McMahon moves gradually from a solemn moan to a possessed croon. "You know that I, I lie," he howls, as if he's not so much admitting this to someone as figuring it out himself. Similar introspection recurs throughout the record. "I don't knock on no doors/ I'm quietly shared/ I'm for people who know," he chants on "Christopher", over a wash of beat and reverb that's like a tangent to the Beatles' "Tomorrow Never Knows".

A classic group that Through Donkey Jaw evokes even more often is the Velvet Underground. (The album ends with a 10-minute song actually called "Tomorrow Never Knows", but its wordless noise is more like a VU jam than the Beatles' original). There are a few specific instances to point to-- "Gem Head" sounds like a bedroom-recorded version of "Run Run Run"-- but where McMahon most connects with the VU is in using repetitive rhythms and raw edges to turn hooks into mantras. Take "Jill", a shimmering jam that's somehow catchy, even when he closes with the desperate chant, "I don't want to give in." Again, introspection is key; McMahon catches your brain by inspecting his own. Think of Through Donkey Jaw as an out sound from deep within.


La mayor parte de lo que dije sobre el último álbum de Damon McMahon como Amen Dunes (DIA, 2009), se podría aplicar sobre el nuevo, Through Donkey Jaw. Aún se encuentra haciendo ese pop ahogado y misterioso semejante a las visiones particulares de Syd Barrett y Skip Spence y el pop casero de artesanos neozelandeses como Alastair Galbraith y Graeme Jefferies. Su voz sigue siendo el centro, llena de sutil pesimismo, y sus canciones aún mezclan la melodía clásica y la oscuridad difusa de una manera que es a la vez precisa y vagamente inspirada.

Hay algo diferente acerca de Through Donkey Jaw, sin embargo. Sus 14 canciones son más nítidas y completas, de más rápido acceso al centro de placer de tu cerebro. La explicación sencilla sería que McMahon formó una banda cuando se trasladó de nuevo a EEUU procedente de China después de la publicación de DIA, lo que probablemente haría que sus canciones suenan más grandes. Pero mi suposición es que su mejora proviene de algo aún más simple - sólo por continuarlo, McMahon naturalmente mejoró lo que ya antes había hecho bién.

Cualquiera sea la razón, Through Donkey Jaw, se adelanta inmediatamente con la hipnótica apertura de "Baba Yaga". Trás una línea de guitarra temblorosa y una percusión primitiva, McMahon se mueve gradualmente partiendo de un solemne gemido a un canturreo poseído. "You know that I, I lie," le grita, como si no fuera tanto como se él mismo se figura. Introspecciones similares se repiten por todo el registro. "I don't knock on no doors/ I'm quietly shared/ I'm for people who know," canta en "Christopher", a través de beats lavados y reverb, que es como una tangente al "Tomorrow Never Knows" de los Beatles.

Un grupo clásico que Through Donkey Jaw evoca, incluso con más frecuencia es la Velvet Underground. (El álbum termina con los 10 minutos de "Tomorrow Never Knows", pero el noise instrumental, es más como un atasco de VU, que al original de los Beatles). Hay unos pocos puntos específicos para señalar - "Gem Head" suena como una bedroom-recorded version de "Run Run Run" -, pero donde McMahon mayormente conecta con la Velvet es en el repetitivo uso de ritmos toscos y convertirlos en mantras. "Jill", un brillante jam pegadizo en cierta forma, incluso cuando cierra con un canto desesperado, "I don't want to give in." Una vez más, la introspección es la clave; McMahon llama a tu cerebro mediante la inspección del suyo. Piense en Through Donkey Jaw como un sonido desde lo más profundo. --Marc Masters

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