Deerhunter - Halcyon Digest


Deerhunter es uno de esos proyectos musicales que parecen estar con un pie entre el culto y anonimato. Quiero decir que sus integrantes son capaces de hacer música difícil de etiquetar pero también pueden entregarse referenciar con una desconcertante cualidad mimética entre los colores y pieles de los más distintos abanderados off majors. Eso es lo único que quizá consiga darle una cierta identidad a Bradford Cox, uno de los últimos genios musicales que me ha tocado descubrir. Con Halcyon Digest, Deerhunter intenta dejar un poco lo etéreo para trabajar algo más distinguible, menos elusivo o viral, tanto como lo pueden ser las visiones adornadas de un recuerdo que luego desnudan sus imperfecciones a pleno sol.

Bastante de ese concepto es el Cox a interpuesto como catalizador de los once cortes alucinantes que conforman este disco notable que me confirma, sin tanto alarde en verdad, el nivel de Deerhunter como una de las más interesantes bandas del momento, probablemente confesando en este nuevo disco tantas cosas como las que han terminado haciendo Animal Collective en Merriweather Post Pavilion o los renovados Arcade Fire en The Suburbs. Su vocación por el autismo post rock, deja paso en Halcyon Digest a una cromática implosión que se desliza por debajo y revisita varios de los instantes bisagra de la música popular, y para caer en cuenta de ello no hace falta que uno llegue recién hasta el largo acto final de He Would Have Laughed, que entre el dream pop y el homenaje al garage sureño, se corta abruptamente como la quimera tristona que busca ser el disco completo.

Pero como los trabajos recientes de esas otras grandes bandas de este siglo, el nuevo Deerhunter nos deja con un álbum de melodías felices, hipnóticas, extrañas, y hasta momentos fuertes y cálidos como esas remembranzas juveniles a las que aluden. Es seguramente lo más cercano al pop que han llegado a ser, pero ni aún ahí dejan de sentirse indomables. Entre hipster e intelectuales, Cox y grupo hablan de un mundo común y silvestre, pero no desde el espacio exterior de los sonidos de avanzada, ni desde la perspectiva del vecino del frente que llegará a sus veintes vaciando recuerdos en cuadernos o sketch books, sino como si surgieran del espejo del baño como dobles que narran crónicas de una realidad vaporosa que contamina el pasado con la imaginación.


No one cares for me
I keep no company
I have minimal needs
And now they are through with me

Helicopter

Música de cámara, rock de los suburbios, y también de los ídolos aquellos que idealizaban los chicos a la happy days. Un compendio de lo más sobresalientes que ha salido al inicio de estos recientes años ’10, que se avecinan casi siempre con los temores del agotamiento, al menos hasta que escuchas a alguien como Bradford, y te convences de que lo imprevisible es algo por lo que siempre valdrá la pena esperar.
Jorge Esponda para Otras Tardes
buffer....

1 comentario:

Anónimo dijo...

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