
El disco se mueve al compás de la improvisación de la guitarra atonal de Rodríguez-López, con paisajes de virtuosismo vibrante (“Locomoción Capilar”, “Un Buitre Amable Me Picó”), y también con climas espectrales, donde Ximena borronea sus palabras –escritas por ella- y logra elevar al escucha por ese mundo intrincado que plantean (“Poincaré”, “Miel de ojo”).
Sin lugar a dudas el mejor disco del 2009, y uno de los mejores de la última década.
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