Mark Lanegan - Bubblegum

Es un fenómeno casi sobrenatural. Cuando suena la voz de Mark Lanegan sobre unos compases lentos, el tiempo parece detenerse, suspenderse en el aire, expectante de lo que el propio Lanegan decida hacer con él. Esa voz, de la que ya se habló aquí, recoge el tejido de la vida, le da la vuelta y muestra la oscuridad de sus costuras internas. Cuando suena, y resuena sin necesidad de eco artificial, es el momento en el que las cosas adquieren el matiz de realidad rotunda, de verdad cruda. Es el privilegio de voces como ésta, únicas en su especie, que recogen tanto un talento innato, un don de Dios, como el sagrado privilegio de arriesgarlo, de aproximarse peligrosamente al momento de malograrlo definitivamente, y sin embargo sobrevivir. Cada vez quedan menos de estas voces, nacidas en realidad para tiempos muy diferentes de estos. Pero a la de Lanegan parece que todavía le quedan por delante sus mejores y más gloriosas jornadas.



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1 comentario:

Anónimo dijo...

mediafire.com/?twjqmnmm2ki