Bob Dylan - Highway 61 Revisited


Hay discos que, sencillamente, lo cambian todo. Este es uno de ellos. En 1965 Bob Dylan estaba en la cresta de la ola del movimiento folk, que en esa época estaba alcanzando su máximo apogeo. Pero a aquel joven procedente de Minnesotta poco parecía importarle que se le considerase el líder de una generación dispuesta a cambiar el mundo. Quizás por ello mismo decidió (en un acto aún más rebelde si cabe) cambiar completamente de estilo, sustituyendo su guitarra acústica por una eléctrica.



Aquel gesto que hoy en día puede resultar tan inofensivo e inocente, no fue visto con buenos ojos por la comunidad folk, que consideraban que Dylan se ha había vendido por completo electrificándose. Ya dio algún aviso en “Bring It All Back Home” con canciones como “Maggie’s Farm” y “Subterranean Homesick Blues” de las intenciones de su nuevo sonido cuya transformación definitiva llegó en “Highway 61 Revisited”, considerado por muchos como el álbum más importante de todos los tiempos.



Pocas veces 9 canciones han supuesto una revolución tan grande como las que aquí se incluyen. Desde el primer segundo Bob y su banda entran a piñón fijo con la superlativa “Like A Rolling Stone”. 6 minutazos de canción, cuya letra pasaría automáticamente a formar parte del colectivo social. “How Does It Feel To Be On You Own? / Like A Complete Unknown / Like A Rolling Stone” repetía en el estribillo. Y como si de un boxeador se tratase, “Tombstone Blues” remata al oyente con un derechazo de los que hacen afición. El grupo avanza a ritmo de trepidante rock and roll como si de una locomotora descarrilada se tratase. El inicio no podía ser más estruendoso y directo.



Más adelante llegan momentos más pausados y contenidos. La majestuosa “Queen Jane Aproximately” da buena muestra de ello junto a “Ballad Of A Thin Man”, cuya letra incluye la pregunta definitiva de la década: “You Know Something Is Happening Here / But You Don’t Know What It Is / Do You, Mr. Jones?”. Todo clase y buen saber hacer que contrasta con ejercicios de puro rock desbocado como en “Highway 61 Revisited” (curiosa la inclusión de una sirena que servía para avisar de la presencia de gente con drogas dentro del estudio) y la potente “From A Buick 6”.



Pero sin duda alguna, la genialidad más grande se incluye al final del disco con “Desolation Row”. Una largisima pieza de 11 minutos de duración, con una extensa y desarrollada letra sobre el hundimiento del Titanic, que Dylan tuvo la ocurrencia de grabar exclusivamente en acústico. Teniendo en cuenta que muchos consideraban que aquel disco había matado a la estrella del folk, este gesto fue como hacer el mayor corte de mangas posible a sus detractores.



Y es que había que estar muy sordo para no ser capaz de entender semejante demostración de genio. Un discazo que con más de 40 años a sus espaldas y que aunque ya no resulte tan revolucionario como el día de su publicación, si que lo es para cualquiera que se acerque por primera vez a uno de los compositores definitivos del siglo XXI. Melomanía21

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